A los 69 años, Debby Orcutt fue diagnosticada el año pasado con cáncer de páncreas, una enfermedad tan grave que su médico se negó a decirle cuánto tiempo le quedaba de vida. Ante la escasez de opciones, se inscribió en un ensayo clínico para un fármaco experimental. “Lo vi como diciendo: ¿qué tengo que perder?”, dijo. “Voy a morir”.
Según su esposo, una tomografía realizada la semana pasada mostró que su tumor se había reducido un 64% desde que comenzó a tomar el medicamento en enero. Este tipo de evidencia clínica genera optimismo y ha impulsado al gobierno de Trump a acelerar su aprobación.
Orcutt, abuela y asistente dental jubilada, comentó que se despierta cada día en su casa cerca de Worcester, Massachusetts, sintiéndose bien. Está debatiendo con su hija si se encuentra lo suficientemente bien como para ser la anfitriona de la cena de Acción de Gracias.
Basándose en los primeros resultados de los ensayos clínicos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) otorgó en octubre a Revolution Medicines, la empresa biotecnológica patrocinadora del fármaco, una nueva e innovadora revisión acelerada diseñada para que los medicamentos prometedores lleguen a los pacientes con mayor rapidez que nunca.
Este fármaco para el cáncer de páncreas, junto con otros medicamentos seleccionados bajo la iniciativa del “Vale de Prioridad Nacional del Comisionado”, pondrá a prueba si se puede agilizar el desarrollo de tratamientos innovadores sin comprometer el rigor de las revisiones de la agencia, según los expertos.
La FDA ha declarado que el programa puede acortar la revisión de un medicamento de un año a tan solo un mes, lo que permite a las empresas que obtienen la aprobación de la agencia vender un medicamento antes.
Fuente: Infobae















