Un niño de ocho años fue rescatado por las autoridades tailandesas tras ser encontrado viviendo en malas condiciones con seis perros y sin contacto con otras personas. El incidente ocurrió en el distrito de Lap Lae, al norte del país. Según las autoridades, el niño no podía hablar y solo se comunicaba ladrando.
El rescate tuvo lugar el 30 de junio, tras las denuncias de un director de escuela local y activistas. El niño vivía con su madre, de 46 años, y su hermano, de 23, ambos consumidores de drogas que habían dado positivo en la prueba de drogas al momento del arresto. La vivienda familiar era una estructura de madera, considerada por las autoridades como una «zona roja» para el consumo de drogas.
Según vecinos y educadores, el niño permanecía solo durante largos periodos mientras su madre mendigaba comida en templos y pueblos cercanos. Los vecinos, preocupados por el comportamiento de la familia, impidieron que sus propios hijos se acercaran al niño. Sin contacto con otros niños, comenzó a imitar a los perros con los que compartía la casa.
La madre recibió ayuda del gobierno para matricular al niño en la escuela —unos 400 baths al mes (equivalentes a 60 reales)—, pero nunca cumplió con el requisito. Según se informa, solo asistió a la escuela una vez, durante unas horas, cuando tenía seis años, pero nunca regresó. El niño tampoco asistió a preescolar.
Las imágenes del rescate muestran al niño rodeado de perros en una zona boscosa con casas sencillas. El lugar donde vivía fue descrito por trabajadores sociales como un entorno sin servicios básicos de saneamiento y con presencia de drogas. Según la activista Paveena Hongsakul, el niño fue excluido deliberadamente de la escuela. «Después de que su madre recibiera el dinero para su educación, simplemente lo mantuvo en casa», dijo.
Tras el rescate, el niño fue trasladado a un albergue infantil, donde recibirá atención médica, psicológica y educativa. La Fundación Paveena afirmó que supervisará de cerca su reintegración a la sociedad y se asegurará de que tenga acceso a una vida normal.
Casos como el suyo, en los que los niños crecen aislados de la interacción humana, son poco frecuentes, pero están documentados. Uno de los más conocidos es el de la ucraniana Oxana Malaya , quien fue encontrada en 1991 viviendo en una perrera tras ser abandonada por sus padres. Oxana también ladraba y caminaba a cuatro patas, pero con los años logró reaprender a comunicarse y a tener una vida funcional, a pesar de algunas limitaciones cognitivas.
Los expertos afirman que los niños que crecen privados de interacción humana desarrollan patrones atípicos de comportamiento y comunicación. La situación del niño tailandés está siendo monitoreada por trabajadores sociales y educadores. «Tendrá otra oportunidad. Nos aseguraremos de que reciba todo lo que necesita», dijo Paveena.
Fuente: Extra.Globo.com